Bebí el último sorbo de mi taza de café turco, volteéla, nunca he podido dejar de hacerlo. Cerré los ojos, postré las manos sobre el reverso del contenedor blanco de porcelana y me imaginé años atrás. Viajaba por primera vez hacia Inglaterra, en primera clase por equivocación de la azafata y por descuido mío de corregirla. Estaba entusiasmado aunque un poco espantado, pues horas después de aterrizar me lanzaría a un abismo nuevo para mí: África. En el viaje hubo dos grandes abismos, de hecho, pues fue la primera vez que pisé Europa y un día después me encontraría en el sur del continente negro. Cuando despegué del suelo era un niño, cuando desperté con el sol en la cara era un hombre, cuando bajé del avión aspiré lo más hondo que pude, había algo sano y apasionado en el aire, me hizo sentir bien. El mesero me vino a preguntar si necesitaba algo más, sonreí, dije que no y abrí los ojos. No sé cuánto tiempo había pasado pero en la cascada de imágenes, ideas, sonidos e incluso un olor perdido reencontré una idea: cuando se viaja vivimos (algunos gozamos) la cómoda superficialidad de saber algo diferente, sentirlo, incluso, pero ser impotentes a comprenderlo, dudarlo o juzgarlo. Creo que eso es lo que siempre me ha llamado la atención de viajar, el saberme diferente con una excusa fundamentada. Derramé una lágrima; que extraordinario, me gustaría viajar más.
A veces me abruma la demasía de que hacer, la dificultad de insertarme en los mercados globales, el responder a cuestionamientos existencialistas que por el momento preferiría evadir. Mi cuerpo en ocasiones me pesa y me gustaría poder desprenderme de él. Me fui a dormir temprano, pretendía, como antaño en algún avión logré hacer, despertar distinto y maduro de mis sentimientos actuales.
Agradezco a mis lectores por mantenerse siempre constantes, o a las que me leen de vez en cuando para matar un rato de aburrimiento o la duda traicionera de qué hago en mis propios tiempos de ocio. Aprecio los comentarios de los que me los dejan y de los que me los dicen. No se queden con las palabras en la mente, hay cosas que son mejor dichas. Por eso tengo mi espacio y por eso les invito a escribirme màs de cuando que de en vez, para que me digan sus pensamientos, sus contrargumentos y sus comentarios. Salud!!
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