"For I dipt into the future,
Far as human eye can see,
Saw the Vision of the world,
And all the wonder that would be."
-India, Alfred Tennyson
Far as human eye can see,
Saw the Vision of the world,
And all the wonder that would be."
-India, Alfred Tennyson
Déjame que te cuente limeño (déjame que te diga la gloria, del ensueño que evoca la memoria)... Una vez abandonando Mysore, un pueblucho que posee el palacio más maravilloso que haya jamás visto (no tan turístico y más impresionante que el Taj Mahal mismo- para mi humilde opinión), cruzamos verdes prados de arroz local, palmeras de coco y bananas. Aquí las mujeres usan jazmines en el pelo (y rosas en la cara, airosa caminaba, la flor de la canela, derramaba lisura y a su paso dejaba, aromas de mistura que en el pecho llevaba), el sari sigue siendo el mismo y los hombres continúan con el tradicional calzón de manta o su local versión en falda de algodón.
Entramos al parque nacional de Muludamai y a los pocos kilómetros nos topamos con unos elefantes bañándose en el río. Esta parte del país, como os decía, posee toda el agua (ríos y lagos) que en estado cuasi-puro recorre los parajes y riega los plantíos. Soofi, el chófer musulmán, no me cree que en México haya campos de maíz.
Avanzamos kilómetros más y nos adentramos en un hermoso bosque de eucaliptos. Entre macacos apareció un pobre venadito que habita la serranía (y como no es tan mansito, no baja al agua de día o de noche). Salimos del parque (y reserva de 48 tigres) y subimos la cuesta. Ahí, subiendo lo montaña una vaca me encontré (y como no tenía nombre, Lorena la llamé) que pastaba alegremente entre terrazas de plantíos de té (verso sin esfuerzo).
Bienvenidos a su cafetal favorito de Costa Rica/Colombia o si bien prefieren, su carretera a Veracruz con curvas y neblina incluidas. Los arbustos aparecieron entre los árboles y en un abrir y cerrar de ojos había extensas plantaciones de té negro, té verde, té de jazmines (te'de querer, te'de adorar)... Y víme a medio "desierto de los tigres" (osea, no era desierto y los tigres se quedaron en el bosque de más abajo), Angahuan michoacano o Río Frío poblano con presas, pinos, eucaliptos y una bella selva caducifolia.
El pueblo al que llegamos varias horas después, Ooty, nos recibió con una llovizna tranquila y caballos en las llanuras. Bellos campos de flores silvestres nos rodearon y claro a Soofi, como buen Indio, no se le quita la manía de pitar en cada curva. Así fue que en nuestra clase móvil de idiomas (hobby de coche para no dormirse) le enseñé "buenos días", "hola" y "SILENCIO"! (que están durmiendo los nardos y las azucenas, no quiero que sepan mis penas, porque si me ven llorando morirán -osea no sólo le canté la canción hasta el hartazgo sino que se la aprendió!). Aquí mi primer encuentro con la enfermedad en India: dada la altura alcanzada, sucedieron mareos, dolor de cabeza y náuseas... los nardos frescos y yo muriendo! Como el hotel ofrecía varias versiones de masajes aryuvédicos, con los mareos decidí tomarlos todos (de cabeza, cuerpo entero, cuello, pies, etc) y darle un fuerte golpe al imperialismo. El sorprendido fui yo y no el imperio con el gran total de 1,000 rupias (200 pesos) varias horas y kilos menos de estrés después.
El espacio montañoso de este país es tan maravilloso que no puedo describir mi urgencia por protegerlo mejor que ya lo hizo JC Goldsburg hace casi un siglo: "None who has visited this heaven, can deny that it is one of the worlds most beatiful places. Please let it remain so. In this modern world, where, in the name of progress and optimum land use, the greed of man seeks to despoil all natural heritages. Cannot the tide of destruction be diverted to flow round and leave unwasted still this small island of peace and tranquility?" Entonces me enfermé de gripa. Nada que un antibiótico no pueda quitar. ¡Ojalá el paraje pudiese decir lo mismo de la contaminación!
Curado de males y a un par de días de cumplir un mes en la India, no me dejo de sorprender por sus banderas comunistas en la entrada de cada pueblo, a pesar de que las fábricas de té no sean sino excelsas muestras de explotación laboral y el paraíso de la burguesía inversora de capital de la que Marx tanto se quejó hace más de un siglo. La foto se completa con la imagen en carteles del Che, que naturalmente nadie más que los turistas perdidos saben quién es, y la Madre Teresa de Calcuta, todos en el mismo poste colgados uno al lado del otro.
Llegamos entonces al ensueño que evoca la memoria, del viejo cerro (plantado de té y para exportación mundial), el puente (que cruza uno cada 10 metros en la "Venecia del Este" - Allapey) y la alameda (que subimos y bajamos como cabras desbocadas) y naturalmente, mi cabeza no me lo perdona.
En estas últimas semanas he pasado de todo. Los buenos y los malos ratos como en todo viaje. Aquí se resumen en sucios momentos en Delhi-rante calor infernal y Agra de Aladino, maravillosos palacios románticos en Rajastán (hoteles de pocas estrellas por raro que parezca), el palacio ideal de Mysore y las montañas de té en Kerala. De los malos tratos hasta los mejores 'deals' que uno pueda pensar reales. De hacerse experto en matar moscas y mosquitos, ver tigres en la lejanía o lavar calcetines en la tina del baño (¡y perfeccionar el arte de secarlos!) y, naturalmente, de las miradas penetrantes a las miradas más penetrantes y las blancas sonrisas picaras de oreja a oreja.
Lentamente he ido aprendiendo los modos (usos y costumbres) y los tratos de estos Indios tan similares a nosotros los mexicanos que hasta Colón nos confundió y al mismo tiempo, tan distantes que me son extraños. Como México, tan rico y tan pobre al unísono. La diferencia esencial es como siempre la educación y me quedó claro viendo sus 300mil (si, mil) egresados de ingeniarías anualmente (para comparación, ¡USA tiene 70mil y de México ni hablar!).
Mis esquemas se volvieron a caer dos veces más ya.
La primera, llegando al puerto de Kochi (uno de los más antiguos de Asia). Ello pues mi hotel tuvo la fortuna de estar en el MG Road, versión nacional del 'main street' gringo o el 'corso' italiano (todo buen pueblo tiene uno e inimaginablemente, es abreviación de Mahatma Gandhi). Con ello vinieron miles de comercios (con los que di golpe al imperialismo una vez más) y… ¡un complejo de cines apenas cruzando la calle! Así fue como terminé sentado en un palco de lujo viendo Dostana, el hit comercial más grande de Bollywood y lo que hoy esta ¡in! ¡Baiji! En un país en el que la homosexualidad es ilegal me vi rodeado de adolescentes que gritando a todo pulmón sin pena ni gloria ovacionaban cada torso desnudo de los musculosos 'hunks' Indios y los bikinis de las guapas actrices. Lo mismo el musulmán que el Indostán, que el cristiano, que el judío (aquí la sinagoga más antigua de Asia), cachondeando impunemente a diestra y siniestra; eso sí, ¡sin dejar que las clases/castas se mezclarán! Y no, no era un cine gay- simplemente es una ideología popular y generalizada que como muchas veces en el país, por harto trasciende la ley, la realidad y las ortodoxas costumbres que los rodean. En cada indio, por consecuencia, se mezclan la edad media y el siglo XXII.
La segunda fue a la mañana siguiente, cuando apenas me hacia nuevas ideas de procesamiento para el shock cultural antes descrito cuando sonó mi móvil y me despertó por la madrugada al ritmo de: "¿En qué ciudad estás?"- Aram se rasca la cabeza, se incorpora un poco, ve el reloj, repite lentamente la pregunta en voz alta al interlocutor y dice "¿cómo se llamaba esta ciudad?.... Ejem.... Kochi, Kochi, estoy en Kochi!.... ¿Por?", "¿no estás en Bombay? ¿Estás bien?", "Sí estoy bien, a Bombay no pienso ir porque ya no tengo dinero... ¿Por?", "Hubo unos ataques y..." se corta la llamada. Rápidamente me levanto y me dirijo a la puerta del cuarto del hotel en donde tomo el periódico matutino. "Ataque terrorista en Mumbai" lee la primera plana con una imagen del Taj en llamas. Vuelvo a leer atónito. Suena el móvil otra vez al tono de jazz Take Five de Dave Brubeck Quartet. Contesto en lo que enciendo CNN. La nota periodística ya la conocen, inútil entrar en detalles. Me baño en minutos y subo al restaurante aún un poco incrédulo. No hay turistas, solo viajeros nacionales. La mirada es la misma, la sonrisa no está. Como rápidamente y me aventuro a un café internet para enterarme comme il faut (hasta entonces, como buen ciudadano globalizado, mi información venía de México y EEUU, Reuters y Notimex), las calles están vacías aunque hay más de mil kilómetros entre mí y los hechos desastrosos. Salgo rumbo al aeropuerto para tomar mi vuelo a Delhi. Naturalmente, los aeropuertos son fatídicos con vuelos cancelados y retrasados por doquier. El lado positivo, hay muchos turistas resignados y hacer amigos es más fácil que de costumbre y los buenos tips de Rich me han dejado ya con las ventajas de internet gratuito en ciertos aeropuertos y comida gratis. Hice valer la espera.
Mi tercera llegada a Delhi fue, como la primera vez, desastrosa. Entre peleas y taxistas que te quieren ver la cara, llegué a un fabuloso hotel donde tomé cobijo del mundo. Dormí hasta el cansancio. Mi siguiente par de días en Delhi ha sido maravilloso. Me he visto en una ciudad fuera de su cotidiano dados los cambios políticos recientes y las elecciones que se desarrollan en estos momentos y disfruto su solidaridad, sus grandes restaurantes con la compañía de los amigos que he hecho y los que prometí encontrar acá. Hoy comí con Ari y su esposa Udita. Pronto salgo para el norte y el oeste que tanto me han recomendado algunos de ustedes. A mi regreso a Delhi, antes de salir del país, iré a ver una obra de teatro que su amigo Dave quiere producir y exportar a la que claro fui invitado a dar mi VoBo... por si no les quedó claro que "Richard es mi hermano!" (con acento gringo). Yo se los saludo, no se apuren :P
Hasta pronto amigos y compatriotas,
pues ya con esta me despido,
pero pronto doy la vuelta,
nomás que me libre Krishna,
de tener otra mosca muerta!
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