Atscado en la estacion de trenes

Ni modo, les llega otra misiva explicativa de la vida según la humilde percepción de su servilleta en el lejano, caluroso y colorido oriente. Esta vez el paraje que me rodea no es tan fantástico como en ocasiones pasadas (palacios maravillosos, adentro de los templos eróticos de Khajuraho o la Delhi-rante ciudad capital), pero no por ello es menos inverosímil. A literalmente medio metro del anden de mi próximo tren, con el que me dirigiré a Varanasi, la ciudad mística y contaminada del noreste. Cada vez que doy enter dudo de si es mi rapidez y poca calma para teclear o el siguiente tren que salió. La cabañita calurosa y con música de fondo digna de cualquier elevador de hotel en la mejor película de Bollywood que me hospeda, tiembla con el cargar y descargar de los vagones que nos rodean.
Hace ya un poco más de una semana que estoy en India y me he ya acostumbrado a muchas cosas que me rompieron esquemas en primera instancia. Algunos ejemplos de ello son el pitar incesante de los autos, motos y rickshaws que pueblan las calles; los gritos en hindi con los que me divierto interpretando como cuando le ponían mute a la tele e inventaban los diálogos; el escaso ingles de la reina que uno esperaría; los incansables vendedores y pordioseros que te atacan en cuanto estas en lugar público; las moscas que se paran en la frente y con quienes hay que adoptar una filosofía pacifista absoluta, o como en occidente quizás diríamos, dejar ser dejar vivir, para en el momento menos esperados soltarle mi biblia (India, Lonely Planet) de manera sorpresiva, a lo que los que te rodean voltearán sorprendidos y observarán que tu aparente serenidad budista no era mas que un buen disfraz que no sólo los engañó a ellos sino también a la mosca mas busa.
Anoche dormimos en Khajuraho en donde pronuncie mis primeras frases completas en Hindi y que básicamente se traducen como: "hermano, dónde comida lista" mientras muevo la cabeza de lado a lado como buen local. Ello dada la desesperación de sentarse más de 30 minutos siendo atacado por mosquitos sin noticia visible de que de la cocina fuese a salir algún platillo por sencillo que fuese (en mi caso una maravillosa pizza al horno de leña que no deja nada que desear a las mejores muestras de la bota europea). Hoy por la mañana viajamos a la quasi-desértica ciudad de Jhansi en donde estoy atascado por otras 8 horas antes de que mi tren parta. Eso sí, mis maletas muy cómodas aparcadas en el cuarto de espera "de lujo" y para "VIP's" que me asemeja nada más y nada menos que los pasillos limpios de Taxqueña un viernes por la tarde, esperando salir para Acapulco. El Internet, por lo menos, aquí no es tan caro. Aunque si hay que contemplar que uno se sopla las constantes interrupciones del vendedor para platicar contigo, hombre, pues es como si estuviese en casa!
También anoche descubrí mis dos nuevos programas favoritos en la tele: Indian Idol y New Singer (con su variación de New Singer Junior). Estos son dos maravillosas versiones de nuestros afamados Latin American Idol & La Academia. Yo sin embargo, y contrario a lo que me sucede en México, me embobé por horas viendo estos programas en una tele pública. Las criticas son fantásticas, incomprensibles y observar a los competidores mover su cabecilla como muñecos de taxi-bochito verde y decir "thank you sir", es la mejor comedia que el mundo haya presenciado. Fuera de eso encontré unos maravillosos gaznates locales. Así como los rositas que uno compra en el periférico mientras atascado en el transito, aquí son menos rositas pero igual de ricos. Las papas siguen siendo, aquí y en China, mi fascinación y como aquí son mas baratas pues compro bolsas por montones. Las variaciones de cacahuates, semillitas y nueces por supuesto me vuelven loco en cada tiendita en la que pongo pie. Los niños me observan con cara divertida, supongo que estaré actuando el sueño de todos ellos de entrar y comprar cuanta golosina sea posible. Yo no dejo de babear y sonreír como ellos harían en mi lugar.
Después de 11 días, dejamos finalmente al chofer a quien enviamos de regreso a la capital. Ahora toca dormir en el tren. Después, ya veremos qué procede. Dejaré también mi tchai tan amado de la taba callejera por un té de jazmines que me cuentan ofrecen en los trenes como elixir para renacer. Seguiré cargando mi ipod de música de todos lados cuando en realidad, y obscuramente, seguiré deseando que estuviese lleno de música pop hindi y un poco de hip hop local. Géneros que aunque deteste admitir han cautivado todo mi ser, siendo que los vídeos son excepcionalmente buenos comerciales de Pepsi.
Pero como ya hace un poco de hambre iré por un poco de Dava antes de continuar vagando por mi querida Taxqueña un par de horas más. Dedicando horas y felices minutos a mi biblia, a la que rezo como si fuese el armageddon y estudio con detención. Esperando que se me peguen más datos y nombres de lo que de facto sucede. Después el chofer me volverá a preguntar si se lo que es (inserte aquí palabra rara, impronunciable y completamente desconocida). A lo que naturalmente contestare que "no". Y el dirá, "entonces no aprendiste nada del libro que lees diario?". Sonreiré y pondré cara de muppet.
Felices dias les deseo desde tierra de tigres, mandalas y miradas profundas--

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