Tuve que bajarle dos rallitas al diseño pasado del blog. Básicamente porque no tuve la paciencia de terminar de configurar los gadgets con los que contaba. Mejor algo más sencillo que sea más fácil de mantener, me dije. Es como tener una casa muy grande su uno no va a tener familia o al menos invitar amigos. Lo mejor es lo que se acomoda a tus necesidades.
El fin de semana pasado, como varios de ustedes queridos lectores sabrán, estuve en la Clinton Global Initiative University en Austin, Texas. Finalmente pude ver en persona a Bill Clinton, pues en las oportunidades pasadas que había estado en las mismas conferencias que él, por x o por y, no se daba el que yo llegara al punto. El señor es viejo y tiene sus formas muy marcadas como es de esperarse de un hombre de su edad. No me gusta que sus discursos son muy egocéntricos, siempre versan con lo que él hace o lo que ha visto en su trabajo. Supongo que todo buen político debe tener una buena dosis de dicha medicina, pero no me gusta que lo haga tan marcado, que no lo esconda ni tantito. Supongo que a su edad, con su trayectoria y su experiencia uno aprende a volver así. Cínico hasta cierto punto.
La conferencia me gustó por una razón principal: la gente que convocó es sin duda interesante. Me apasiona conocer a jóvenes apasionados por la vida, con un interés en vivirla, conocerla, aprenderla y modificarla. Me entusiasma estar rodeado de personas que saben dentro de sí que tienen el poder de cambiar su propia condición, para bien o para mal. Juega conmigo ver a la gente con brillo en los ojos por el poder que observar llegar e irse indetenidamente entre sus manos.
No me gustó por una razón principal: no me va el discurso de corporativismo social y la cara humana del capitalismo (¿tiene una?). Entiendo que es una forma buena de modificar la realidad, para bien. No me gusta que es impura, que se presta a malinterpretaciones, que juega una doble moral con el sistema. Me da un poco de celo saber que hay personas que le apuestan al juego siendo que yo no me atrevo, o será que no quisiera ver que funciona. Sin duda alguna creo que en ninguna medida es la solución a los problemas sociales de nuestro globo. El mejoramiento social se debe dar por medio de herramientas que permitan el empoderamiento, la educación de pares, la participación significativa y la sustentabilidad de dichas herramientas. No por medio del asistencialismo.
Regresé a México renovado. La necesidad de observar otras formas de vida y de pensamiento siempre me ha apasionado. Me gusta encontrarme en soledad en el medio de una multitud (si lo hago concientemente) y poder detenerme a disfrutar ser un espectador. Durante tantos años me presioné y juzgué para ser parte del juego. Hoy entiendo que hay veces en las que uno simplemente observa, interioriza. Que es sano no siempre jugar el juego. Que es muy reconortante dejarse llevar, no tener una agenda y ver entre las líneas del juego, cuestionando sus reglas, pues no hay nada que perder cuando no se juega. Es evidente que dicha comodidad no debe ser, en medida alguna, una excusa para no jugar. Pero estar en la banca al menos una vez cada temporada ayuda a saborear la rebanada del pastel.
Por eso quedó bien que a unos días de mi regreso ya estaba de viaje de nuevo. Ahora salí para Morelia, en donde pasé una noche, bebí mucho café y terminé varios documentos que tenía pendientes. Acto seguido, viajé a Uruapan, desde donde escribo, a un retiro budista. Resulta ser, queridos lectores, que en Uruapan hay un parque natural que es área protegida y en donde se ubican unas apasibles cabañitas donde por buen negocio uno puede pasar la noche.
Desde mi sleeping bag, acobijadito por el olor a pino, los grillos cantores y la constelación de Orión bien dibujada sobre mi cabeza me dispongo a pasar la noche. El objetivo es despertar temprano, en la madrugada, para hacer los votos merecidos. Seguirá el ayuno y el ser y el estar... sentado, calmado. Si bien no tengo ningún objetivo y ninguna agenda aquí tampoco, no es porque el budismo indique que cuando uno se sienta, hace eso y punto. Sino porque mi dinámica de dejarme llevar me mantiene enganchado con curiosidad. Por observar sin tanto raciocinio y simplemente ser parte del universo.
Buenas noches.
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