El 28 de enero pasado, Michel Sidibé, Director Ejecutivo de ONUSIDA dio un discurso bastante interesante en la Conferencia de donantes para la Reducción de Daños en Amsterdam, Holanda. El discurso, en inglés, está m{as abajo. Aquí un pequeño resumen de los puntos más importantes.
En el discurso habla básicamente de cuatro temas inter-relacionados:
1. La reducción de daños como una nueva estrategia para alcanzar el acceso universal en la prevención de VIH/SIDA, su tratamiento, cuidado y apoyo.
2. Las leyes que previenen a los usuarios de drogas acceder a medidas de reducción de daños son contraproducentes para la respuesta al VIH/SIDA.
3. El apoyo de los derechos humanos aproxima a la reducción de daños.
4. La necesidad de traer a la comunidad de reducción de daños a un movimiento global renovado para la prevención de VIH/SIDA.
Sólo el acceso universal a la reducción de daños puede traer los resultados requeridos. Sidibé observa que los compromisos de acceso universal al tratamiento de VIH/SIDA, prevención, cuidado y apoyo deben convertirse en una realidad para todos –incluyendo a los más marginalizados y expulsados de la sociedad. Los usuarios de drogas, regularmente invisibles para la sociedad, caen definidamente en esta última categoría.
Además, la reducción de daños es una excelente inversión pública, como se observa en casos bien estudiados. En Ucrania, por ejemplo, el intercambio de agujas y jeringas se estima costará menos de $100 evitar una infección de VIH. Por su parte, en Australia, el rendimiento de la inversión de una década de programas de intercambio de agujas y jeringas se estima en mil quinientos millones de dólares.
Los servicios siguen siendo insuficientes e inadecuados. El Informe 2008 sobre la epidemia mundial de SIDA estima que sólo un 47% de los usuarios de drogas en todo el mundo tienen acceso a información o servicios de intercambio de jeringas. Los consumidores de drogas inyectables en Europa del Este representan el 83% de los casos de VIH pero sólo el 25% de ellos poseen tratamiento contra el VIH.
Las violaciones de los derechos humanos de los usuarios de drogas inyectables son inaceptables. Sabemos por estudio tras estudio en todo el mundo que la represión masiva de los usuarios de drogas por la policía tiene consecuencias negativas para la salud: muertes por sobredosis porque los usuarios se rehúsan a solicitar asistencia médica; los usuarios de drogas que temen detención son más propensos a compartir agujas; existe un impacto directo en el acceso a los servicios de reducción de daños.
En cambio, la asociación entre la aplicación de la ley y los funcionarios de salud pública es un gran éxito -por ejemplo en Gran Bretaña y Australia, donde la policía se centra en la lucha contra la delincuencia y los usuarios de drogas se refieren con éxito a los servicios de salud y bienestar.
¿Qué podemos hacer al respecto? ¿Qué tenemos que hacer para hacer frente a estos desafíos? En primer lugar, Sidibé propone difundir ampliamente las pruebas de lo que funciona. En segundo lugar, que todas las instituciones internacionales hablen con voz alta y clara en favor de la reducción del daño. Hace falta, comenta, romper de manera clara e inequívoca con la conspiración del silencio -la evidencia muestra claramente que la reducción de daños funciona. No debería ser un delito obtener jeringas limpias. No debería ser un delito obtener tratamiento con metadona. Los derechos humanos de cada persona deben ser respetados, exige.
Continua diciendo que uno de los más importantes avances que se pueden hacer para el acceso universal a la prevención del VIH, tratamiento, atención y apoyo es poner fin a la penalización del intercambio de jeringas, el tratamiento con metadona y otras terapias de sustitución. Además, detener la criminalización de los usuarios de drogas pues la adicción es una enfermedad que necesita tratamiento, no un delito en necesidad de castigo.
Él, por su parte, se compromete a utilizar su cargo para dedicarse, país por país, según sea necesario, a trabajar con diplomacia de prevención activa para garantizar el acceso universal a todos a los servicios de reducción de daños. Pues este programa es el único camino que ve a asegurar que la próxima generación esté libre del VIH, agrega.
Termina con cuatro imperativos relacionados entre sí: el acceso universal, los derechos humanos, la revitalización del movimiento de prevención del VIH y la plena inclusión de los usuarios de drogas en la respuesta al SIDA.
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