un jueves especial

Las cuatro de la mañana trajeron el día de hoy, consigo, aires de frescura. En realidad supongo que ello ocurre todos los días, todas las madrugadas. Casi una hora antes de que una urbe que nunca duerme comience a iluminarse, que las calles comiencen a barrerse y que las luces de los baños empiecen a encenderse como pequeños agujeros de luz de los cuales sale calor y vapor de agua. Con cada foco que se enciende comienza el día de una forma nueva para cada persona que despierta a la conciencia y se une a la universalidad que mueve al continuum.

También en esos momentos hay quienes, como yo, despiertan a meditar y analizar lo que sucede con sus cuerpos y sus mentes. Trata la simplicidad de sentirse vivo y de comprender nuestra existencia, de aceptarla para gozarla y sufrirla de manera inmediata.

Ayer soñé con tu aliento en mis sueños, hoy soy capaz de verte; la maravillosa armonía me lo permite.

Es triste saberse sin luna una noche en la que debería de haberla, en un 41% de su grandiosidad. Apenas dos estrellas se muestran en el horizonte; la tristeza que me provoca su lejanía y su titilante e imperiosa necesidad de trascender el tiempo y el espacio, a lo largo de milones de años luz, me provoca en contraparte coraje y esfuerzo.

Un jueves especial.

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