Resultó que después de tantos años de insinuar respuestas a ¿por qué no soy escritor?, ahora me obligan a escribir como si yo supiera de lo que hablo. Me queda muy claro que en teoría alguna idea debería de tener de nuestro mundo. Sin embargo, parece ser que mientras más estudio y leo, más ingenuo me siento conforme a lo que pudiera saber.
Es así que mis noches se han transformado en espacios de escritura. Si bien principalmente investigo con relación a definiciones básicas que creo necesarias para construir ideas, todo depende de cómo nos trate el día. Hay veces en que estoy tan cansado de pensar que mejor abandono la tarea y me pongo a leer. Hay también los días en los que hago todo lo posible, me clavo escribe y escribe y las palabras brotan como si de verdad tuviera algo bueno que decir (estas son las noches buenas). Es en noches como estas en las que me duermo a las dos de la mañana describiendo ejemplos de lo que me atrevo a sentenciar en la política internacional.
Hoy no es una de esas noches. Por el contrario, por más que intento escribir las palabras me salen contadas. ¿Habría que tirar el buzón para sacarlas? Me cayó el veinte que nunca había entendido esa expresión. Así pues, decidí que mi tiempo se vería mejor invertido en explicarles a mis queridos lectores la sencilla etimología de la palabra (una vez investigada). Resulta que la voz compuesta es una adaptación fonética de 'tire-bouchon' que en francés es nada más y nada menos que “sacacorchos”. ¡Sorpresas que nos trae la vida!
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