Wata

Weno, les tengo un cuento en esta ocasión, y para no empezar mal…


Había una vez un rey y una reina que habitaban en un inmenso y espectacular castillo. Ahí criaron a tres hijas de las cuales, las primeras dos eran hermosas. La tercera, Psique, gozaba de las más lindas y hermosas facciones que el hombre haya jamás conocido, e incluso más allá, pues su belleza era tal que se comparaba con la de las diosas más agraciadas. Y tanta era la luz que Psique emanaba con su lindura, que hombres de todo el reino y de tierras extranjeras y lejanas venían hasta la princesa para admirar su cuerpo y su perfil. Sin embargo, como bien es sabido por los que alguna experiencia tienen, tanta dicha no podía sino traer una maldición a la joven.

Sus dos hermanas estaban ya casadas y Psique no encontraba aún un hombre que la desposara, pues como a menudo ocurre, la admiración prohíbe la entrada del amor. No tardó en que la misma Venus, ofendida y burlada por la belleza de la chica, enviara a su hijo Eros para hacerla caer enferma de amor por el más horrible de los monstruos.

El rey y la reina acudieron a los oráculos sagrados para averiguar cuándo sería desposada su princesa. Ellos a bien respondieron que ella debía ser llevada al monte y dejada ahí para aguardar al hombre con el que se casaría. El rey, sumido en llanto pues entendía lo que esto significaba, accedió y después del festín de bodas, Psique fue llevada y dejada en el monte.

Por la noche llegó a ella un hombre, de quien la cara no pudo discernir y la llevó, cruzando por las nubes blancas, hasta su castillo en donde la dejó yacer en el lecho de bodas. Después, la amó. La mañana siguiente, cuando Psique despertó, su nuevo esposo había ya partido. Así pasaron las noches, cada una con el amor que su esposo le daba y del cual ella gozaba, pero sin que ella pudiera jamás discernir la cara de él.

Psique quedó preñada como era de esperarse y sus hermanas quisieron venir a felicitarla. Cuando así lo hicieron preguntaron por su esposo y Psique mintió diciendo que había salido de negocios. Sin poder soportar mentir, Psique terminó admitiendo que él salía todos los días y que ella jamás había conocido su cara. Las hermanas, como era claro que sucedería, dijeron a la inocente Psique que seguramente era porque era un monstruo y la incentivaron a que por la noche le cortara la cabeza con un cuchillo para que su maldición terminara y no acabara el monstruo por comerla como una serpiente.

Llegó la noche y después del acostumbrado amor que se revelaba la pareja, se durmieron. Las ansias se pegaban a Psique como las sabanas en la acalorada noche de verano. Desidiosa finalmente, encendió una lámpara de aceite la hermosa joven para poder observar la cara de su esposo y preparó el cuchillo en su regazo. Cuando hubo encendido la lámpara y acercóla a su marido, la luz brilló por el cuarto entero. Su esposo era el mismísimo Eros que con su belleza, como hijo de la única Venus, irradiaba admiración tal que una gota de aceite de la lámpara se sorprendió de tal hermosura y calló rendida en el hombre del joven.

Con ello, despertó Eros desorientado y sintiéndose traicionado por su mujer, quien había dudado de él y demandando que él que había traicionado a su madre misma, olvidando sus instrucciones de flecharla con un monstruo, había caído rendido enamorado de Psique y la había amado. Su castigo sería perderlo y habiendo dicho esto, se marchó.

Psique, desconsolada, vagó por el mundo días y noches. Hasta que encontróse con nada más y nada menos que Venus, quien enfurecida por la traición hacia su hijo, encerróla con sus sirvientes Soledad y Tristeza y rechazó el fruto que cargaba en su vientre.

Sin embargo, la fuerza que siempre caracterizó a Psique la llevó a convencer a la diosa de que le impusiera una prueba para ser perdonada. Y así fue. Venus, convencida de que Psique no tendría el coraje de ir al inframundo, ahí la mandó a por una caja que contenía la hermosura divina. Y Psique, armada de valor y aún enamorada de su esposo, bajó a los infiernos y la caja tomó. Empero, animada por su curiosidad, abrió la caja y quiso untarse un poco de belleza. De la caja emanó un gas verdoso que dejó a Psique sumida en los más profundos sueños y hubiera muerto si no fuese por Eros que bajó volando y a Psique despertó con el beso más dulce, más suave, más efímero y más enamorado. Le urgió que fuera con su madre a dejar la caja mientras él se encargaba de lo demás.

A petición de Eros, y por aprobación del mismo Zeus, Hermes raptó a Psique y la llevo hasta el cielo para ser admitida en la morada de los dioses donde se hizo inmortal. Ahí, la pareja pudo amarse y vieron crecer a su hermosa hija Voluptuosidad.

Pues no hay remedio para Amor,
ni comida, ni bebida, ni ensalmo
sólo besos y abrazos
y yacer juntos y desnudos.



Psiqué reanimada por el beso de Eros
1757-1822. Antonio Canova. Museo Louvre.

1 comments:

Chito said...

Ah, que gran cuento, y la foto es buenisima, que bueno que empiecez a meter cuentos. Esto hace que seas mas leido jejejeje
Saludos