Como cada año parece ser ya tradición, el pasado fin de semana estuve presente en el Festival Internacional de Cine de Morelia. La ceremonia de inauguración, como ha venido sucediendo desde hace un par de ediciones, fue en el Teatro Morelos. Para mí eso es conveniente. Me queda cerca de casa y de los restaurantes que a mi hermana le gustan. Entonces podemos ir a comer y yo sólo tengo que cruzar la calle para estar a tiempo. Así también me ahorro el desastre de llegar ahí en coche.
La alfombra roja no fue nada del otro mundo. Lo que son las alfombras rojas siempre. Irene Azuela, Martha Higareda, Vanesa Bauche, Ana Claudia Talancón, Maya Zapata, Paola Núñez y Julia Ormond. Yo este año me lo tomé con mayor naturalidad. No corrí por el pasillo como el año pasado para que nadie me viera. Bueno, hasta lancé una sonrisa por aquí y por allá. Saludé un poco a los medios. Naturalmente estos me vieron con cara de “¿y este quién carajos es?”. No me molestó. Hombre, si a veces ni yo puedo responder esa pregunta por qué habrían ellos de hacerlo. Lo que sí es que motivé un par de fotos. Flash. Flash. Sonreí.
Una vez adentro y ocupando nuestros asientos, saludar por aquí y por allá. Prepararse para los discursos que proceden. Siempre he pensado que sería mucho más entretenido que vendieran golosinas en estos eventos. Según ellos el protocolo se iría por la borda. Pero hombre, sería mucho más entretenido ver lo que sucede con una caja de palomitas en la mano. La señorita presentadora nos introdujo al Señor Gobernador Constitucional de Morelia. Yo evidentemente solté carcajada. Me encanta contarle los errores a los que hablan. Lo hice. Hubo los malos discursos y los peores. El que sin embargo me sorprendió por su calidad y tino estratégico fue el de Cuauhtémoc Cárdenas Batel. A continuación un pedazo:
“[…] creemos firmemente que la cultura, la educación y el trabajo son la mejor respuesta a la violencia. Creemos en la cultura como un medio de progreso, creemos en el cine, en la música, en la poesía, como parte fundamental de la convivencia pacífica y de la justicia social. Palabras de Neruda son las que queremos dedicar desde aquí a las víctimas del horrendo crimen para que cada día regresen en mil poemas y florezcan en mil canciones. Dijo Neruda: ‘¡No quiero que vuelva la sangre a empapar el pan, los frijoles, la música. Quiero que venga conmigo el minero, la niña, el abogado, el marinero, el fabricante de muñecas y que entremos al cine y salgamos a beber el vino más rojo. Yo no vengo a resolver nada, yo vine aquí para cantar y para que canten conmigo’”.
Me pareció muy atinado. La piel se me puso un poco de gallina. Me gustó. Sobre todo como preámbulo para la película misma. Che, el argentino, protagonizada por Benicio del Toro y dirigida por Steven Sodertbergh. La reseña se la dejo a los profesionales. La crítica se las dejo al gusto. Vayan y véanla. Pero por favor, a diferencia de mí, cómprense una gran caja de palomitas para que disfruten cada escena del largometraje.
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