En el corto tiempo que he vivido, la mayoría invertido en espacios postmodernos, me he lentamente dado cuenta que cada día hay menos tiempo. Estos es, con cada minuto y día que pasa, las semanas son más cortas y los años también también. Es una discusión que yo me había negado a tener o a escribir pues aunque la he tenido con varios “adultos”, me parecía sumamente aburrida y fuera de la gracia de mis pensamientos. En fin, caí en la trampa y hoy escribo al respecto.
Siempre me ha parecido tedioso e incluso desgastante sobremanera tener que leer excusas de que alguien no tiene tiempo para hacer algo. Por ello mismo yo prefiero no escribir del tema, pues si te vas a poner a filosofar del tiempo en forma negativa, creo que lo único que haces es perder más tiempo. Es como cuando estás estresado y lo único que haces es quejarte de cuánto trabajo tienes, ¿por qué no mejor utilizar ese tiempo de lamentaciones para algo útil y productivo?
Pero la verdad sea dicha, como al inicio comenté, con cada día que pasa nuestras vidas se vuelven más ajetreadas y nos insertamos en una sociedad que busca cada día hacer las cosas más rápido. Comida rápida, atajos y mejores transportes, facilitadores de trabajo para acelerar el proceso de producción. Con la postmodernidad dejamos atrás el sistema fordisa, ahora hablamos incluso de un postfordismo. En lo personal siempre me pareció irónico que México se fije esta idea, pues ¿no acaso somos el perfecto ejemplo de que a nosotros no nos parece que el tiempo sea dinero?
De cualquier forma, la globalización y la integración con ciertos países que piensan que el tiempo sí es dinero ha ocasionado que nuestra economía y nuestra sociedad lentamente se dirijan a ese destino. Incluso si a nuestra cultura aún no le parece demasiado atractivo. Lo cierto es que las nuevas tecnologías se vuelves obsoletas en cuestión de semanas. ¿A quién no le ha pasado que compra un aparto electrónico y a la semana lo ve más barato porque ya va de salida? ¡Y eso que no vivimos en un país productor de innovaciones del tipo! De igual manera, los humanos nos hemos tornado en productos mercantilistas que pueden ser creados y desechados en cuestión de semanas como decía Jacques Attali. Hoy día, el que no se mantiene al tanto del uso del nuevo software no tiene capacitación para trabajar. Nuestra vida útil ya no es de sesenta años como hace medio siglo lo era. Hoy por hoy, tienes de los 22 a los 35 para hacer algo de tu vida, si no lo lograste estás fuera. ¿A quién le importa el día de hoy que tengas harta experiencia laboral si no sabes utilizar el nuevo programa en el que corre la compañía?
Los autoexcluidos cibernéticos no tienen ninguna oportunidad en un mercado laboral capitalista y globalizado como en el que vivimos. Los migrantes tenemos que mantenernos al día, sino, dentro de algunos años los nativos vendrán a desplazarnos fácilmente. Interesante cómo el proceso parece ser opuesto a lo que sucede entre los migrantes y los nativos en el mundo real, ¿no?
Siempre me ha parecido tedioso e incluso desgastante sobremanera tener que leer excusas de que alguien no tiene tiempo para hacer algo. Por ello mismo yo prefiero no escribir del tema, pues si te vas a poner a filosofar del tiempo en forma negativa, creo que lo único que haces es perder más tiempo. Es como cuando estás estresado y lo único que haces es quejarte de cuánto trabajo tienes, ¿por qué no mejor utilizar ese tiempo de lamentaciones para algo útil y productivo?
Pero la verdad sea dicha, como al inicio comenté, con cada día que pasa nuestras vidas se vuelven más ajetreadas y nos insertamos en una sociedad que busca cada día hacer las cosas más rápido. Comida rápida, atajos y mejores transportes, facilitadores de trabajo para acelerar el proceso de producción. Con la postmodernidad dejamos atrás el sistema fordisa, ahora hablamos incluso de un postfordismo. En lo personal siempre me pareció irónico que México se fije esta idea, pues ¿no acaso somos el perfecto ejemplo de que a nosotros no nos parece que el tiempo sea dinero?
De cualquier forma, la globalización y la integración con ciertos países que piensan que el tiempo sí es dinero ha ocasionado que nuestra economía y nuestra sociedad lentamente se dirijan a ese destino. Incluso si a nuestra cultura aún no le parece demasiado atractivo. Lo cierto es que las nuevas tecnologías se vuelves obsoletas en cuestión de semanas. ¿A quién no le ha pasado que compra un aparto electrónico y a la semana lo ve más barato porque ya va de salida? ¡Y eso que no vivimos en un país productor de innovaciones del tipo! De igual manera, los humanos nos hemos tornado en productos mercantilistas que pueden ser creados y desechados en cuestión de semanas como decía Jacques Attali. Hoy día, el que no se mantiene al tanto del uso del nuevo software no tiene capacitación para trabajar. Nuestra vida útil ya no es de sesenta años como hace medio siglo lo era. Hoy por hoy, tienes de los 22 a los 35 para hacer algo de tu vida, si no lo lograste estás fuera. ¿A quién le importa el día de hoy que tengas harta experiencia laboral si no sabes utilizar el nuevo programa en el que corre la compañía?
Los autoexcluidos cibernéticos no tienen ninguna oportunidad en un mercado laboral capitalista y globalizado como en el que vivimos. Los migrantes tenemos que mantenernos al día, sino, dentro de algunos años los nativos vendrán a desplazarnos fácilmente. Interesante cómo el proceso parece ser opuesto a lo que sucede entre los migrantes y los nativos en el mundo real, ¿no?
0 comments:
Post a Comment