La Reina Albemarla

¿Está usted interesado en un gran viaje por la Italia moderna? Tenemos la respuesta para sus deseos: precios módicos y descuento de estudiante con credencial de estudiante; no es necesario perder clases ni hay exigencias de visa. Un requisito solo: tener alma aventurera.

ADVERTENCIA: “Si usted piensa que nuestros abuelos tuvieron gustos y dichas que nunca conoceremos, ni nuestros hijos, puede ser un cliente para Italia. Pero si cree que el vino de Burdeos es mejor hoy que en 1780 y que por lo demás en aquella época no había viñedos de marca ni nombres controlados, si cree que yo puedo gozar de todos los gustos de que ellos gozaban y que ellos no podían subirse a un avión, entonces usted perjudica al comercio italiano”.

Esta serie de fragmentos de Jean-Paul Sartre nos invitan a un viaje por la bota itálica, permitiéndonos oler el cielo azul de Nápoles, escuchar el tumultuoso escaparate romano y sentir en carne propia la magia veneciana y sus románticos canales. Encabezado por un título sin más raro y un poco dudoso, es por medio de este libro que un estudiante destinado a pasar sus días veraniegos en un aula de clases puede permitirse viajar y quizás conocer tierras exóticas y desconocidas para él.

“El turismo parte de la idea de que la muerte es una pérdida total” dice Sartre y con ello nos inicia en numerosas aventuras mediterráneas y descripciones detalladas de distintos espacios históricos, escultóricos y llenos de recuerdos para el turista. Ello claro, sin dejar de lado el consabido existencialismo siempre latente en las palabras cargadas de simbolismo del escritor francés.

Cuando se viaja vivimos, algunos incluso gozamos, la cómoda superficialidad de saber o sentir algo diferente pero ser impotentes a comprenderlo, dudarlo o juzgarlo. No vemos la necesidad de explicarnos a nosotros mismos o definir quienes somos en contraposición con el otro; simplemente somos. Sartre dice a ello que “la muerte, el olvido, lo irremediable, las penas de amor perdidas, las ocasiones fallidas, esos son los alimentos cotidianos del turista”. Viajero o turista, no importa. Sin embargo, sí hay un requisito indispensable para el ávido lector que guste adentrarse en este mar de literatura y hundirse en la noche de ideas; tener el coraje para aventurarse y probar algo nuevo. Y tú, ¿te atreves?

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