"Dime qué comes y te diré quién eres" reza un proverbio. En este caso aprendimos que en efecto la comida es un buen método para llegar a conocer nuestro bello distrito; ¡si de por si es un buen medio para conocer al mexicano! En fin, qué mejor forma de "entrarle a la ciudad" que por su mera central de abastos y merced. Llegamos, alrededor de las 15.15 horas del viernes 6 de octubre, al metro que se hace llamar así: merced. Esperamos un rato a que arribara Majo que había sufrido un pequeño contratiempo. Y así comienza la historia...
Nos encontramos en un lugar que, a pesar de lo que muchos puedan imaginar o entender, es mágico, bello y sorprendente a cada esquina. El diseño de un edificio mandado a hacer por Ruiz Cortines para que no se cayera en terremotos; con su mala iluminación y su pésima ventilación. Un puente aerodinámico, ergonómico y adaptable a las condiciones del peatón (según Majo). Las ventas al mayoreo, plásticos, lonas y juguetes. Esculturas incongruentes en espacios inútiles. Pasto tapado para que nadie disfrute. Y al final, coches, coches y más coches. Son como el torrente sanguíneo de nuestros sistemas; transportan suben y traen lo que se necesita. Dan movilidad a nuestro cuerpo y abastecen la vida misma (irónico que sean uno de los mayores causantes de la falta de oxígeno mismo en nuestra ciudad). Las frutas y verduras, canastas de chiles (Chito sigue sin decirme cuál es su preferido) los gritos y merolicos, güeros y güeras que yo no mas no llego a ver. Dulces tradicionales, ricos en azúcares y llenos de abejas. Después volteamos y nos encontramos ante una iglesia del siglo XVII. Para ser sinceros, poco le faltaba a la escena para asimilarse al Campo de Fiori romano.
Unas cuadras más y nos encontramos en un convento colonial, las típicas callejuelas de downtown Mexico en donde uno encuentra de todo. Una calle para papelerías, otra para telas, una más para plásticos y alguna perdida con parafernalia religiosa. Y es entonces que caminamos cuadra y media más y nos encontramos en lo que asimilaba un museo en donde se "inbitaba a la aula"... un par de pasadizos y nos encontrábamos en la casa de los once patios patzcuarense o alguna casona vieja en Campeche. Era una dimensión desconocida con árboles de plastilina y niños que jugaban como si no hubiera más preocupación en la vida que vivirla.
Una casa más y descubrimos una vecindad, el amor de los mexicanos por vivir tan unidos radía. Llegamos a un parque en donde había tres juegos para niños: una resbaladilla oxidada, unos columpios caídos y con medio asiento funcionando -en donde podíamos vislumbrar a una señora meciendo a un niño de escasos tres o cuatro años en lo que se podá aprovechar del asunto- finalmente, una rondela que sí funcionaba con 5 chavales. Nos sentamos a tomar un poco de aire y platicar del mundo del menudeo, del ambulantaje y del comercio informal, de los vaga-bundos sin casa, sin familia, sin dinero y tristemente sin futuro. No hizo falta más que voltear hacia mi izquierda (¡ironías de la vida!) y encontrame con una chica, diría yo 18 o 19 años, drogada, empapada en lagrimas, con despreciables harapos y sufriendo la pena de una niña sin culpa de la existencia de un sistema globalizado-neocapitalista cada días más inter-dependiente, con crisis neoliberales y gobiernos conservadores. ¡Hablemos de enfrentar la cruda realidad!
Decidimos proseguir caminando y después de unas cuantas cuadras nos encontrábamos en la calle de Moneda a un lado del Palacio Nacional. Los tres, ahora cuatro, poderes se encontraban ante nosotros: el federal, el local, el religioso y el nuevo damas y señores, el comercial. Resulta que éste último es ahora más importante que los otros tres juntos, y me recordé a Slim adquiriendo espacios en la colonia, y me recordé que no son ni más ni menos que el capitalista y la burguesía los causantes de las lamentables condiciones y visiones del mundo que describía más arriba.
¡Ahh! El centro con sus viejas casonas, con sus grandes palacios y hoteles, con sus campamentos, con sus hijos de la calle y con su melodioso ruido incesante que nos hace sentir en una Madrid cualquiera, en una Paris olvidada o en un Londres industrial abandonado.
Nos sentamos a por un café, descansamos y platicamos de nuestros sueños y esperanzas para el por venir.
Seguimos el recorrido por el chinatown y hasta la Secretaria de Gobernación -la grande y el petit palais. La verdadera, original y única ciudad de los palacios post porfiriato. La interminable Marsella, Amberes y tantas otras hasta la glorieta de los Insurgentes mismos (y no, ahora no vimos a sus enemigos). Regresamos al punto de partida y fui a casa por un baño, a pensar y reflexionar. Me queda claro ahora más que nunca que no hay forma de hacer política pública desde el cómodo escritorio, la oficina o coche con chofer. No, hay que salir, andar y hacer historia para poder entender la realidad, lo cotidiano y lo que día a día nos sucede. Entonces podemos pergeñar para el futuro.
5 comments:
Este fue un tour muy interesante y divertido, pero estoy seguro de que es el inicio de muchos mas (yo haciendo promocion jejejejeje)
jaja lo del puente no era exactly por el peatón... earthquakes and crashes but I guess same thing, está hecho para que el peatón no se caiga... Anyway I loved your re-enactment of the tour. I lauged SOOO MUCH with the la niña a tu izquierda (qué ironía) comment jajajajajaja... yeah pretty tough stuff. Lets really work on it to make it more common. I think that Kram's take on the tours is great. lets really set it in motion
thanks for sharing
mj
Creo que era la única que faltaba, no? Bueno, olvidé lo de los árboles de plastilina, me pareció genial el comentario...espero que haya una foto de ellos, si no, tendremos que volver. Fue toda una experiencian y como dice chito, es tan sólo el principio...cinco pequeñas "células" en un recorrido sumamente interesante por un cuerpo lleno de vida :)
espero que sí se hagan muchos más como ustedes mismos comentan, pero también que logremos más cosas a partir de estos recorridos.
ahhhh yo quiero hacer un recorrido!! me invitan? o de plano me excluyen?
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