¿Protesta virtual versus protesta física?


Hace algunos días V. aseveró que “es tan fácil hacer manifestaciones virtuales, ojalá pudiéramos más con las reales”. Yo inmediatamente contesté que para mí era más importante el resultado que el método. Ella agregó que el logro era virtual, no real. Aunque de entrada me dieron ganas de meterme a una discusión sobre lo real y lo virtual, sobre lo moderno y lo postmoderno, que como sabrán me gusta mucho, la verdad es que la discusión me dejó pensando.

Las nuevas tecnologías de la comunicación y la información (TIC) representan, sin duda alguna, un cambio en la forma en la que hacemos política y en la forma en la que nos podemos organizar para actuar en lo político. Lo anterior debe ser un punto de partido común sin importar si las opiniones al respecto, como en la discusión de arriba, son variadas y encontradas.

Pero para poder hacer un análisis un poco más de fondo de los tipos de participación política-protesta ciudadana y sus impactos o logros, me decidí por pensarlos en tres distintas categorías:

1. protesta física
2. protesta virtual
3. mezcla de protesta física y virtual

La primera no la abordaré porque es ya bien conocida. Se puede dividir en estrategias, formatos e incluso la logística de organización. El logro, como en todo, depende del ejemplo a tomar. Aquí el impacto y el logro sí son distintas. Por ejemplo, me viene a la cabeza la protesta física de Andrés Manuel después de las elecciones del 2006. Durante mes y medio mantuvo cerrado el Paseo de la Reforma. El impacto -político y económico- fue alto. ¿El objetivo se logró?

En la segunda categoría el ejemplo contundente son las numerosas formas de smart mob que desde principios de esta década podemos encontrar alrededor del mundo. Por definición, un smart mob es un grupo o multitud de personas que obtienen una forma estructurada a través de la tecnología, como las redes sociales, y generan un comportamiento inteligente y razonado de forma emergente. El impacto puede ser poco, el logro también, pero de nuevo depende en el ejemplo.

Del mismo término se desprende después flash mob que, según Webster’s New Millennium Dictionary of English, es un grupo de personas que se organizan en Internet y rápidamente se reúnen en un lugar público, hacen algo extraño y se dispersan. Aunque en sus primeros ensayos estas actividades no querían tener un fin político, hay también ya los ejemplos de dichas versiones. Esto, por supuesto, para identificarse en la tercera categoría. El impacto y el logro, naturalmente y como en los dos anteriores, dependen del ejemplo. Más delante abordaré un par.

Ambos términos son aún poco conocidos y siguen modificándose en sus significados -y por tanto en sus implicaciones y resultados, pero por ahora nos basta para demostrar que las TIC pueden modificar nuestra actividad política y de facto lo hacen.

¿Protesta virtual versus protesta física?
No, en lo absoluto. Creo que hacer una dicotomía entre ambas formas de participación o protesta ciudadana sería incoherente. Sería querer excluirse del mundo que existe allá afuera. Hoy en día, y cada vez más en el futuro próximo, veremos una mezcla de ambas formas. Espero que con el tiempo, además, las participaciones se vuelvan más efectivas y contundentes en sus logros justamente por la mezcla de ambas.

Los primeros ensayos latinoamericanos vienen del sur, de Chile, que en 2006 fue escenario de la Revolución pingüina. Ahí, los estudiantes comenzaron a coordinar los pasos estratégicos frente a los paros y tomas de liceos utilizando los fotoblogs (clic) como un espacio de organización. Los objetivos: derogar la Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza, el Decreto que regula a los Centros de Alumnos, finalizar la municipalización, reformular la Jornada Escolar Completa y dar gratuidad a la Prueba de Selección Universitaria, el pase escolar y el transporte escolar.

Lo maravilloso, además de lograr sus objetivos y volcar la atención de los medios nacionales e internacionales, es justamente la capacidad de utilizar varias herramientas por medio de las cuales poder socializar ideas, encontrar partidarios, organizarse y movilizar recursos. Reitero que en el futuro veremos una mezcla entre ambas opciones. Ello, además de ser innovador, puede tener un impacto directo en el nivel de éxito del logro propuesto. Para eso, es necesario echar mano de sitios, plataforma y espacios en línea. Algunos de ellos, por ejemplo, son:

(clic para hacer más grande)

La experiencia mexicana
México no se queda atrás en el momento de usar las nuevas tecnologías con la gana de generar un impacto político y de transformar la realidad social del país. Así lo demostraron en el verano de 2009 las mentes detrás de Cuidemos el Voto (clic), un grupo de programadores y activistas sociales que crearon la plataforma para ampliar la observación electoral a cualquier ciudadano. La información que recopilaron en su sitio web fue generada a partir de mensajes de texto (SMS), e-mails, twitts y reportes web.

Twitter también revolucionó la forma en la que los mexicanos protestaron en contra del cargo especial de 3% que se pretendía aplicar a los servicios ofrecidos por las redes de telecomunicación en México por medio de la etiqueta #internetnecesario (clic). Una campaña emprendida por más de 10 mil usuarios que enviaron hasta 45 mensajes por minuto y llevaron a audiencia en el Senado un rechazo al paquete económico de Felipe Calderón. En noviembre, el movimiento social organizado principalmente en internet logró su cometido y el impuesto fue rechazado por el Congreso de la Unión.

Otras etiquetas en acción actualmente en Twitter y con grupos en Facebook son:

#derechoadecidirmx, que aboga “Por el Derecho a Decidir en México” y que reúne firmas de 5,200 mil ciudadanos solicitando que la CNDH promueva una acción de inconstitucionalidad ante la Suprema Corte relacionadas con las reformas que buscan “proteger la vida desde el momento de la fecundación” y que se han dado en 18 entidades federativas. Una vez entregada la carta a Raúl Plasencia, el movimiento sigue a la espera de una respuesta del Ombudsman.

Las propuestas políticas inicialmente promovidas por Martha Tagle y Elsa Conde durante la legislatura pasada sobre modificar los artículos 40, 115 y 130 para fortalecer la concepción de un estado laico ahora buscan seguir haciendo un cabildeo político por medio de Facebook y Twitter con la etiqueta #EstadoLaico. En dichas plataformas, se promueve una carta que pretende juntar el mayor número de firmas de ciudadanos mexicanos posibles con el objeto de llevarla a la Comisión de puntos constitucionales de la Cámara de Diputados.

En estos dos últimos casos, el impacto parece claro. El logro real está aún por verse. Sin embargo, me parece que vale mucho la pena rescatar la diferencia que significa en materia de movilización de recursos y de tiempo-hombre para organizarse socialmente versus una simple demostración con pancartas. El alcance del argumento político tiene limites sin precedentes para el nivel de organización y tiempo que se invierte por parte de los voluntarios. En un mundo con agendas apretadas y poco tiempo para el activismo, esto resulta esencial.

Por último, sobra mencionar que como en todo, las nuevas tecnologías tienen su alcance y sus limitantes. En este caso las dos principales en mi opinión son: a) el ingreso para poder accesar a ciertas tecnologías que a su vez permiten la participación activa de dicho individuo en ciertos procesos socio-políticos, b) las habilidades y preparación del individuo para poder manejar efectivamente la herramienta en cuestión. Esto último se traduce, muchas veces, en una división etaria. A menor edad, mayor conocimiento de la tecnología y habilidad para manejarla y manipularla includo de forma "natural".

Aún así, creo que los costos son menores a los resultados y ganancias. Los factores que dejan fuera a una parte de la población son manipulables y no constantes. Podemos y debemos seguir experimentando. Los varios logros e impactos son resultados reales y tácitos que muchas veces superan lo que por el simple activismo físico podríamos lograr.

No creo que se deba hacer una división entre activismo físico y virtual. Al final, todo lo virtual tiene un impacto en lo físico. La palabra, siendo un pensamiento abstracto y virtual conforma el discurso. Si este no versa sobre la realidad, no tiene sentido. En el caso político-social actual, las plataformas web proporcionan un espacio para el diálogo, discusión, organización y demostración. Ello tiene un impacto real nos guste o no, sin embargo y como en todo... todo está en los ojos del observante.

2 comments:

Pasionaria said...

Sigamos las preguntas...mejores que las respuestas...No se cierran los círculos.

Aunque me gustaría que algunas consciencias, tan políticamente correctas se embarraran de tanto en tanto las botas...

Unos besos virtuales que espero pronto puedan ser reales

AB said...

siempre es más fácil poner preguntas que intentar dar respuestas...

la conciencia puede seguir siendo políticamente correcta aunque el lodo te llegue a las orejas, creo yo. el asunto no es la conciencia...

no se debe dividir entre lo "real" y lo "virtual". hay veces que uno tiene más impacto que lo otro y luego de cabeza. son herramientas complementarias, no sustituyentes.

entendido así, es una sola trinchera desde la que luchamos... y las botas nos las ensuciamos igual los que sostienen las pancartas y los que estan dale y dale con todo tipo de tecnología ;)