Siempre me pasa que cuando más tengo que escribir, me siento y no me ocurre nada. Entonces, me distraigo en cosas del diario esperando a que llegue el momento adecuado para poder escribir. Espero pacientemente, o a veces no tanto, el momento en el que la gracia divina me ilumine y me diga qué es lo que debo escribir. Hoy por ejemplo, teniendo más de 50 cuartillas que escribir de temas relacionados a las industrias culturales, teniendo una ponencia que pensar y varios libros que resumir, me puse a cortarme las uñas de los pies. Son una excusa perfecta pues como para mi siempre han sido un menester complicado, me tardo más. Ya cuando termino, me duele la espalda de estar encorvado así que tengo que pasar a una actividad más dinámica que me permita relajarme un poco. Entonces, me paso a la cocina y veo que hay de nuevo por ahí. ¿De nuevo? ¡Nada! Si acaso hay harto viejo y por supuesto, menos cosas que la última vez que estuve ahí. Me encanta cocinar pero soy torpe en mantener al día lo que hay en la alacena. También soy tardo en utilizar los deliciosos ingredientes que hecho a mi carrito cuando voy al súper, pues cuando ya los quiero usar ya están pasados, caducos o algo vive en ellos. Entonces me acuerdo por qué no estudié para chef, aunque me guste mucho cocinar. Decido finalmente regresar a la computadora y ponerme a escribir. Ya han pasado, claro está, un par de horas y entonces me veo más presionado para cumplir con la labor en la agenda. Trabajo contra reloj. Creo que me gusta más así, me gusta estar presionado para no tener tiempo de pensar las cosas dos veces.
Estoy escribiendo
Posted by
AB
on Feb 16, 2008
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otro día
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