Contamos ya con cambios de horarios para maximizar la luz solar y con ello, gastar menos energía. Sin embargo, desde hace varios años yo he venido sugiriendo que también descentralicemos los horarios de las personas que vivimos en la Ciudad de México.
Mi pequeña maldad oculta me hace divertirme con las escenas dignas de caricaturas que uno puede apreciar cuando camina por la ciudad de los palacios. Y es que a menudo los embotellamientos y sobre-tránsito por las grandes avenidas y pequeñas calles de la ciudad se deben a cosas sencillas. Un autobús que se para donde se le antoja, un camión de la basura recogiendo los botes de toda la cuadra mientras está estacionado a media calle, carros parqueados en doble fila y semáforos descoordinados.
En lo personal creo que a toda problemática corresponde, al menos, una solución. Entonces, además de la evidentemente necesaria educación cívica de la generalidad de la población hace falta buscar horarios para cada cosa.
Me parece ridículo que el hecho que hace que las mismas avenidas se atasquen cada mañana y cada tarde-noche sean siempre las mismas razones. ¿Por qué no imponer horarios para los camiones de basura cuando haya la menos gente posible transitando? ¿Por qué no imponer diferentes horarios de entrada y de salida para las distintas escuelas? ¿Acaso no hay oficinas que se beneficiarían más de trabajar por las tardes o incluso por las noches? ¿Por qué los servicios de autobuses terminan a determinada hora y es entonces imposible moverse por la noche sin coche?
Hace algunos meses mi amiga M me dijo que en cierta escuela privada de la ciudad de México se había convertido en una inminente regla que los niños y niñas llegaran y se fueran de la escuela en transporte escolar. Resultó que por medidas de seguridad la mayoría de los padres decidieron pagar el transporte y aún así recoger personalmente a sus hijos. No critico la decisión que se tomó, en otra oportunidad me podría expandir ampliamente en torno al tema de seguridad, o más bien inseguridad, en la metrópoli. Sin embargo, acaso no sería una buena opción que hubiera más autobuses escolares para los niños y menos madres histéricas por llevar a los niños a la escuela a tiempo?
Apenas la semana pasada estaba caminando por la Colonia, como suelo y disfruto hacer. Siempre camino erguido y con calma, hago respetar y que se me respeten mis derechos como peatón. Resulta frustrante que cada tantos días alguien esté a punto de atropellarme o se frene enojado porque hice que bajaran la velocidad en lo que yo cruzaba (sin tener que correr a zancadas) o en lo que ayudaba a alguien más a cruzar. ¿Qué pasaría si en México las esquinas se respetaran para subir y bajar pasaje e incluso hubiera horarios determinados para los autobuses? ¿Cómo sería nuestra ciudad si en realidad diéramos preferencia a los peatones en vez de aventarles el coche en las vueltas continuas? ¿Que los semáforos duran poco y si no aceleras no pasas? ¡Por favooor! A ti sólo te cuesta un pedal y si acaso una cambio en la velocidad mientras al transeúnte lo obligas a correr, sufrir, mojarse o rezar por su vida en cada crucero…
Entre malos modales, incivilizados consuetudinarios y centralismos del horario vivimos día a día. De poco en poco se avanza y hay veces en los que algunas personas atrevidas se instan a desafiar lo establecido por la sociedad a través de costumbres. De vez en vez alguna empresa ofrece horarios distintos, algún autobús hace al pasajero esperarse hasta la esquina para bajar y algún conductor amable se frena para cederte el paso. Asumamos que la culpa es de todos y todas; por falta de tolerancia, falta de educación y por romper las normas por pensar que son pequeñas y vemos en dicha oportunidad una ventaja personal e individualista.
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Alo
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