Fue viernes

No entiendo por qué me empujas cuando mis intenciones son honestas en cuanto a mi compañía. Tal vez en realidad lo entiendo sobremanera y lo analizo con una simple pasada, como el cuchillo que embarra mermelada en el pan tostado. Luego simplemente le doy la mordida y disfruto. Es decir, no me detengo en preparar el bocado hasta el cansancio pues prefiero simplemente comer. La vida está hecha para vivirla y no para pensar al respecto de ella. La otra no se despidió de mí y aunque a mí me vino sin importarme, su pregunta me molestó. La sociedad empuja a que sucedan las cosas en la forma en la que no deben suceder. Mi utopía me permite imaginar infinitas veces cómo deben ser las cosas; después suceden de otra. Tu llamada me sorprendió. Más porque demostró más de lo que tú crees y menos porque la plática y excusa fue estúpida. Hoy camino de puntitas y me entrego a mí mismo. No hay razón para no ser uno mismo. En cambio, de otra persona estuve esperando un “ring” todo el día y una vez más termina sin ello. Más porque mantienes un enojo contra mi ser que porque no me quisieras llamar; yo te perdono. La luna brilla en lo alto y me siento contento de lo que soy y de lo que tengo en mí. Mañana el sol saldrá una vez más y yo comeré un poco menos que hoy; lo de hoy fue un lujo.

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