Transgénicos y TLCAN


Mucho se ha dicho en torno a los transgénicos. Hace un par de años tuve una larga discusión con JJ en la cual acordamos que él escribiría en torno al tema. La verdad es que hoy día sigo esperando que escriba sus opiniones. Empero, el tema sigue vigente y es esencial que sea debatido entre las distintas sociedades.

En el caso particular de México me preocupan dos cosas: 1) a diferencia de otras naciones, México no invierte mucho en investigación y por ende, en este tema, nos vemos y veremos rezagados –para ello hay varias explicaciones que retomaré más adelante y 2) al ser socios comerciales de países como Estados Unidos y Canadá en el marco del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) nos vemos directamente afectados por los avances que se logran en dichos países.

Para elaborar en el primer punto, me queda expresar una preocupación en particular. A diferencia de Estados Unidos y Canadá, México no invierte en investigación porque en realidad hay poca demanda de ello. Es decir, no sólo el problema se refiere a que los investigadores sean mal pagados y tengan poco presupuesto para conducir la experimentación. En realidad, también hay un problema de fondo que es que las empresas y universidades tienen un contrato que es usualmente efímero y corto. No existe una vinculación entre la investigación que se hace y la demanda de ésta. Esto último, claro está, sí sucede en Canadá y Estados Unidos en donde existe un ligue entre casas de estudios, organizaciones no gubernamentales y empresas privadas.

En el segundo punto me inquietan dos temas en particular dado que nuestros socios comerciales (Canadá y Estados Unidos) se encuentran a la cabeza mundial de la investigación en biotecnología. Ello conlleva en primer lugar a que ellos vean reflejado en sus ganancias nacionales anuales lo que implica la exportación de ciencia y tecnología. Si bien esto lo sabemos desde hace tiempo, lo que en particular me fastidia en el marco del TLCAN es que esto sólo coadyuva a agrandar las diferencias económicas entre nuestras naciones.

En segunda instancia se encuentra el hecho de que en tanto que socios comerciales, nos vemos obligados a ofrecer ciertos beneficios a nuestros vecinos. Por ello, desde hace más de veinte años hemos abierto nuestras fronteras para que vengan y prueben los experimentos transgénicos a nuestras tierras y vendan a nuestra sociedad desinformada lo que en sus sociedades no se aceptaría.

Para concluir los últimos dos puntos, me queda decir que no es demasiado tarde (nunca lo es). Si México desea hacer un intento por equilibrar la balanza dentro del TLCAN hay varias reformas que debe hacer (el tema nunca se vuelve viejo). Debemos de entrada enmendar nuestra legislación con el ideal de proteger a los conciudadanos mexicanos con respecto a los granos y comida transgénica. En lo personal me muestro a favor del derecho a la información. Es decir, basta con que el gobierno obligue a las empresas que vendan productos modificados a advertirlo en sus empaques, ya quedará al juicio de cada individuo el tomar una decisión. Esto último, por ejemplo, no es el caso de nuestros vecinos norteños. En ambos países, la ley sólo obliga a avisar de cambios genéticos cuando el alimento es sustancialmente distinto en cuanto a su valor nutricional o podría tener consecuencias alérgicas.

Por último, es necesario que México comience a hacer planes más allá de cada sexenio. Si bien Fox comenzó de alguna manera al atreverse a planear 15 años más adelante, esto no es suficiente. Es necesario que imaginemos posibles escenarios futuros y estemos preparados para lo que venga en nuestro camino en tanto que nación. Aún más, México debe exigir a Canadá y Estados Unidos ciertos incentivos en tanto que socios comerciales. Si verdaderamente deseamos que el TLCAN se vuelva un instrumento que contribuya al desarrollo de las tres naciones (y no sólo de las privilegiadas) es necesario darnos nuestro lugar. En la Unión Europea se creó un fondo para el desarrollo de infraestructura básica para los países menos pudientes como España y Portugal entre otros. Hoy día, España es una de las economías más activas y productivas de la Unión. En el caso de la integración regional de América del Norte (vía TLCAN) ¿por qué no existe un fondo para lo mismo? ¿Por qué no creamos programas conjuntos para resolver los problemas de migración y narcotráfico? El reto está en las generaciones que hoy obtienen los puestos de poder. El ideal es ser inventivo y lograr darle un nuevo giro a una relación que se ha mantenido ceteris paribus por más de doscientos años.

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