El proceso no termina.

Desde hace poco más de un mes que estoy trabajando en una organización dedicada a trabajar temas relacionados al VIH/SIDA. Durante este periodo he aprendido sobremanera en los tópicos relacionados. Aún no soy capaz de transmitir la información que he aprendido porque sigo digiriéndola pero me cabe comenzar a ventilar mis pensamientos con expresar mi profunda preocupación por el tema.

Tengo que admitir que cuando comencé a trabajar el tema pensé que sería como cualquier otro tema social en el cual he trabajado en el pasado: interesante y enriquecedor. Después de un mes en el que no ha pasado una semana que no llore al respecto del tema, me doy cuenta de que hay otro adjetivo en este tema en particular: fuerte.

Lo que aprendo, lo que veo, la gente que conozco, lo que escucho y lo que leo. Todo lleva incluido una inmensa fuerza y deseo de superación. Yo me inspiro a cada instante. Como la experiencia vivencial me ha enseñado a laisser faire en vez de contener, pues no hay otra manera de perseverar en el dramatismo que tratamos en los temas sociales, me dejo caer también. Me dejo envolver por la inmensidad del tema y me dejo llevar a los sentimientos más obscuros y tenebrosos que cruzan por mi cabeza. Me dejo deprimir y opresar hasta el punto del hastío. Luego, gracias a mi capacidad de evadirme a mí mismo, me divierto, me distraigo y salgo a la luz de lo significante que sucede momento a momento.

Es una montaña rusa emocionante, divertida y aterrorizante. Todo en uno.

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