Lo que aprendo, lo que veo, la gente que conozco, lo que escucho y lo que leo. Todo lleva incluido una inmensa fuerza y deseo de superación. Yo me inspiro a cada instante. Como la experiencia vivencial me ha enseñado a laisser faire en vez de contener, pues no hay otra manera de perseverar en el dramatismo que tratamos en los temas sociales, me dejo caer también. Me dejo envolver por la inmensidad del tema y me dejo llevar a los sentimientos más obscuros y tenebrosos que cruzan por mi cabeza. Me dejo deprimir y opresar hasta el punto del hastío. Luego, gracias a mi capacidad de evadirme a mí mismo, me divierto, me distraigo y salgo a la luz de lo significante que sucede momento a momento.
Es una montaña rusa emocionante, divertida y aterrorizante. Todo en uno.
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