Debo admitir que fue diferente y exitante también. Conocer tanta gente, que tanta gente te conozca y tu no tengas ni idea de quienes son. De tener el cargo tan fuerte de representar a "la juventud" (esa que le gusta tanto a rich) de la región. Obviamente había que estar animados todo el timpo, invitar a todes a participar, a drogarse, a salir de fiesta. Las milongas, San Telmo, las peñas llenas de abuelitos y abuelitas de 80 años (literal) que beben hasta las 6 o 7 de la mañana, que se paran y te cantan (top of their longs) un tango lleno de amor, de sufrimiento, de vivir... Lo deja a uno pensando sobre las experiencias sociales-colectivas que tenemos sobre la vida en pareja, tan sufrida. Que no estamos solos...
Después, debo también reconocer lo abrumador de dar entrevistas a todo tipo de medios día y noche. De estar listo para hablar en páneles a las 7am (esto no es nada youth friendly, cabe decir!), de seguir el día a veces sin comer pero eso sí, llenos de ganas de proponer nuevas ideas al debate sobre la política de drogas y de reducción de daños latinoamericanos. Me llené de ideas, de experiencias, de frustraciones. La casa rosada que no es rosada, las y los argentinos siempre tan guapos, el mito del europeismo latinoamericano, la falta de diálogo de las madres de plaza de mayo con la multiculturalidad, con la expresion politica entendida fuera del dictadurismo, los conciertos improvisados de los usuarios de drogas entre 10 y 13 años y la realidad tan sublime que los cruza con crueldad y con emociones.
¡Seguimos viviendo, seguimos luchando!
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