Esta entrada es en seguimiento a ESTA y a ESTA.
Ahora les escribo desde una paradisiaca isla en algún punto del mar (de bengala?). Es la primera vez que viajo en mi vida sin ni siquiera saber en en dónde estoy. Me quita estrés de encima. Entonces, itinerario de viaje...
Anna y yo salimos de Bangkok a las 7 de la mañana en un proletario autobús con rumbo a la vecina provincia de Rayong. El viaje fue en realidad corto y sin contratiempos. El bus nos dejó en un muelle desde donde tomamos un bote por demás lento y proletario que nos llevó a la isla. Bastante sencillo hacer todos los arreglos. En la isla caminamos por horas. Queda claro que su conferencista estrella no venía preparado para el tipo de viaje alternativo hippiesco playesco. Osease, la maleta de rueditas jalada por la arena no es necesariamente mi entendimiento de una tarde divertida. Por el contrario, parece ser que a los tailandeses les divirtió bastante, al menos.
Sin embargo, por el lado optimista de las cosas, hice el workout de toda la semana sudando como chivo (expiatorio) descarriado en colina caliente. Y así, colina arriba y colina abajo, duna de arena tras monte de árboles típicos de selva, la gota de cada día hubiese llenado vasos enteros para derramar. Supongo que así es como se logra el esbelto cuerpo tailandés. ¿He mencionado hasta ahora el cuerpo tailandés? Creo que decididamente no lo suficiente...!
Queda claro que entiendo por qué RBD se quería importar un par... Ambos sexos de la especie son sumamente atractivos. Las mujeres son flaquitas pero con piernon que llenan sin dejar nada que desear los shortsitos, los pantaloncitos y las faldas que todas usan en cualquier situación, los zapatos de tacón acompañan el autfit de manera que la pantorilla queda como pollo en rosticería (ejem, perro vietnamita al horno con manzana en la boca viene a la mente sin opción... Por qué??), osea, lista para comerse! (yumm). Ahora que si de tacones hablamos, no hay quien los utilice como los trans tailandeses, cosa que es sumamente común en la capital del mundo en remapeo geográfico humano. Se les ve todos los días por todos lados, atendiendo los supers, vendiendo helados o bailando en los antros. Es sumamente natural, es sumamente deseable que lo sea.
Lo anterior conduce a decir que el hombre tailandés es sumamente atractivo pues viene en diferentes colores (del amarillo chino aviar al mulato veracruzano costero), los cuerpos son de nuevo finos y bien definidos. Sin embargo, lo que más importa resaltar (aunque es probable que se deduzca de lo dicho en el párrafo anterior) es que sus rostros son tan finos que cuando traen el pelo largo es dificil definir si lo que se observa es un hombre o mujer. Supongo que ello va acompañado de una moda y adoración por lo andrógino en el país. Basta decir que el espectro sexual es diverso y rico en tailandia, pero llama sobre todo la atención lo natural que todo ello resulta. No habría de llamarla, para que no se le reste credibidlidad a dicha naturalidad.
¿El paraiso en la tierra?
No, no se refiere a lo anterior, sino a la playas que encontramos en este país. En contra de lo que todo el mundo me aconsejó y a pasar de las muchas sugerencias sobre aprovechar las ruinas que existen en este país, me fui a las playas. Osea, lejos de toda ruina, todo museo y todo tipo de aprendizaje significativo de la cultura. Resultó ser la mejor opción pues en verdad trabajé de noche y día las últimas dos semanas. Entonces, en realidad no me entraba conocimineto alguno sobre otra cultura o antiguas civilizaciones. Así pues, dormí y dormí y seguí bebiendo frente a la playa durante dos días enteros. Y después de dos días de beber un par de horas al día y dormir unas tres cuartas partes del mismo, recuperé mi temple, mi conocimiento y mi gana por explorar... Es decir, se me olvidaron mis penas. (ju ju ju)
Justo a tiempo entonces para explorar el pequeño pueblo rico en vida hippiosa que estaba a unos varos minutos caminando de dunas y vosques. Ahi donde el 7/11 reaparecía cual oasis en el desierto. , para salvarnos a todos de la falta de Heinken o de chicles de colores y dulces chatarra. Ahhh! Un que comprar por aquí y por allá y cenar algo más sustancioso que cerveza.
Para salir de la isla pagamos un yate privado que nos llevó con estilo hasta el puerto principal. De ahí, cobramos un dinero que nos debían (los biznez tailandeses si dejan!) y tomamos el autobus de regreso a Bangkok. El autobus ya nos esperaba con nuestras maletas arriba y nosotros de compras en el mercado de un lado. Nos montamos y saludamos al copitloto. El joven resultó ser un simpático tailandés (no que sea raro que el nacional sea simpático) quien aún si no me pude comunicar con él me compartió su música. Esto de dos maneras: primero puso un cd de karaoke en la tele del bus para que yo cantara -y me hacía señas para que cantara, cosa que para suerte de los pasajeros no suceció-, después, le pedí que me compartiera sus cd’s para que los pudiese copiar a mi laptop. Aunque no entendió lo que quería yo hacer, me los prestó sin duda y sonriente.
Si bien les comencé a redactar esta entrada en el medio de un par de días de mucho dormir, comer, beber, nadar y co...nocer la isla del placer terrenal cual paraiso, pues lo termino, como debe de ser, en el bus que lleva de regreso a la realidad. El bus de regreso a Bangkok en el que hice mi mejor amigo al copiloto y por tanto me ha compartido todos sus CDs para que lo copie a lo laptop. Ven como les decía que mis ganas de co...nocer han regresado después de un merecido descanso?
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